2/06/2007

Desde Lanz hasta Allen, el sexo mecánico en el cine

Una cosa es una sex tool y otra muy distinta es una sex machine (un vibrador es una herramienta sexual, en cambio las máquinas sexuales habitan las narraciones del género Ciencia Ficción" y son utilizadas para provocar intensas sensaciones eróticas). La primera máquina con forma de mujer creada para idealizar la sexualidad femenina apareció en la película Metrópolis de Fritz Lanz, en 1927. A partir de ese film, los cyborgs femeninos y los androides son personajes frecuentes en films, historietas y ficciones bizarras y fantásticas. En la pelîcula Blade Runner los robots no se pueden distinguir físicamente de los humanos.

La gran atracción de la mujer mecánica no es su perfección, sino la ilusión de poder ser controlada por un hombre. Si la Ciencia Ficción ignoró a los robots como "socios sexuales", los cineastas utilizaron otras maquinarias en forma sexualmente desvorgonzada. Dos buenos ejemplos se encuentran en Barbarella, protagonizada por Jane Fonda (1968) y en El Dormilón de Woody Allen (1973).

En Barbarella un villano construye una máquina de tortura sexual, que mata a las mujeres con placer. La máquina tiene forma de cajón, donde la víctima es introducida (solo queda afuera la cabeza). El villano toca un teclado, algo así como un órgano, que le provoca a la ocupante del cajón un placer extremo, hasta matarla. La visión de Allen es menos morbosa: en un futuro lejano, el coito es considerado algo sucio y un desperdicio de tiempo. Entonces, para tener sexo, la gente se mete en una máquina llamada Orgasmatrón. En esa máquina la satisfacción se obtiene en pocos segundos. La máquina de Woody Allen elimina competamente la interacción social y la seducción, y garantiza una gratificación completa e instantánea.

No es fácil de explicar la relación entre control y sexo, pero esta relación existe. Para mucha gente el control no es un factor significante para disfrutar el sexo. Para la conducta sexual socialmente aceptada, que habitualmente se presenta en los libros pedagógicos, este tema se omite o se alude en términos negativos. Existen dos factores fundamentales para incorporar el control a una relación: La primera es reconocer que la mayoría de las personas no necesitan ni aprecian el control. Inclusive las hace sentir incómodas. El otro factor es encontrar un socio o socia adecuado, que acepte la necesidad de incorporar el control a la relación, como una forma de juego.

En éste contexto, las máquinas sexuales operan de la misma manera que la esclavitud o bondage (práctica sexual que incorpora sogas y pañuelos para provocar restricciones de movimientos) y el fetichismo. LINK
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Blog editado por Enrique Adrián Cadaveira