La soja, Don Segundo Sombra y la distribución de la riqueza

Si con toda justicia se habla de soberbia para definir la poca amabilidad de los modales kirchneristas, ¿cómo llamarle al orgullo superinflado de los multimillonarios sojeros que creen poder acumular ganancias sin que nadie diga basta? No hay país evolucionado donde los productores se llenen los bolsillos sin rendir cuentas. Los campesinos franceses las rinden a su gobierno y a la Comunidad europea, que les fija de modo draconiano las cuotas de producción. Si el drama de la Argentina es la ausencia de Estado, el momento en que el Estado se decide a cumplir con su papel, al exigir esas cuentas y prometiendo emplear lo recaudado para distribuirlo en forma por lo menos algo más justa, no es el indicado para arrancarse las vestiduras por un ilusorio Don Segundo Sombra, cuya desaparición hizo que Güiraldes se fuera, ya hace mucho, “como quien se desangra”.
[La Nación]