3/10/2007

El amor en la era de internet

Yo me pregunto porqué la gente que es tan cuidadosa de su conducta sexual, se expone en internet de una manera tan alevosa. Quizás esta actitud se relaciona con lo que algunos llaman la "gran fuerza de internet" . En la red descubrimos que no estamos solos, que compartimos nuestros deseos con otros, que encontramos comunidades y al mismo tiempo aprendemos más de nosotros mismos. Para muchos individuos, éste descubrimiento sexual ha sido muy positivo. Pero para el conjunto de ciudadanos de un país determinado o sociedad (como por ejemplo España, Argentina o Estados Unidos), éste conocimiento de nosotros mismos no termina de ser aceptado con comodidad.

Pareciera que nuestra conducta no "encaja" en lo que nuestra cultura indica como "correcto" o "moral". Y estamos compartiendo un tiempo difícil, aceptando que nuestra conducta ha cambiado porque las posibilidades que nos brinda la tecnología nos hace más fácil romper las reglas (y permite, al mismo tiempo, que "la rotura de reglas" sea accesible a una cantidad muy importante de personas).

La infidelidad y la pornografía no son nuevas. Antes, en un pasado cercano, podíamos guardar en secreto nuestros pecados y continuar viviendo una vida socialmente aceptada. Y si éramos descubiertos, éramos tratados como extravagantes o parias o podríamos ser convertidos "en ejemplos de".

Ahora nuestra conducta sexual es documentada, la tecnología permite que sea rastreada y hasta potencialmente duplicada, para que todo el mundo la vea (inclusive nuestros seres queridos). A pesar de ese riesgo potencial (a que nuestras exploraciones on-line sean mal entendidas, o sacadas de contexto y utilizadas en nuestra contra, o publicadas en forma accidental o deliberada), es increíble que millones de nosotros sigamos haciendo un uso social (sexual) de la red.

Pienso que esto último dice algo acerca del poderoso impulso que nos conduce a conectarnos a internet, y también a desconectarnos. No es exactamente un deseo físico (el sexo on-line no tiene contacto piel-sobre-piel). Las explicaciones de ese impulso son más complejas que las emergentes de las "necesidades del cuerpo". La mayoría de los consumidores de internet buscan en la red un mix con varios ingredientes: entendimiento, un sentido de pertenecer, excitación, placer, novedad, estímulo, validez, romance y también un escape temporal a las demandas de la vida ordinaria y cotidiana.

El año pasado el centro de investigación Pew realizó una encuesta para determinar qué cantidad de norteamericanos juzgan algunas conductas sociales (como sobre-alimentarse, evadir impuestos, adulterio y consumo de pornografía) como "moralmente malas". El segmento demográfico que posee la educación y los ingresos más altos, que es el mismo grupo que tiene acceso de alta velocidad a internet desde su casa, mostró una tendencia menos firme en valorar esas conductas como "moralmente malas", que otros segmentos.

Inclusive, en la pregunta relacionada con los affairs extra-matrimoniales, la respuestas coincidieron más allá de las edades, los sexos, los estados civiles y las preferencias políticas y religiosas. El 88% respondió que el adulterio es moralmente incorrecto. El resultado de la encuesta no hace que dejemos de hacerlo (de una alguna u otra manera).

Es difícil de definir con exactitud cuanta gente tiene affairs, porque es algo que no nos gusta admitir, inclusive (o especialmente) como sujetos anónimos en encuestas. Los investigadores dicen que los hombres tienden a exagerar sus hazañas sexuales, mientras que las mujeres le restan importancia y las minimizan. Las encuestas sugieren que el 20 hasta el 50 % (y aun más) de los casados se desvían por lo menos una vez de su matrimonio. El sitio de contactos para personas casadas Ashley Madison tiene actualmente un millón doscientos mil miembros.

Habría que agregar a ese porcentaje a todos los que están intimamente involucrados, pero que sus relaciones solo existen en el cyberespacio. Muchas personas intentan hacer creer lo "normal" que es nuestra expectativa social de monogamia. Aquí no estoy hablando de biología, y esto -- simplificando y siendo breve -- sugiere que no fuimos "programados" para la monogamia, pero podemos sobreponernos a esos instintos y mantener una relación estable con un solo socio o socia, durante un tiempo prolongado.

La pornografía on-line acapara más la atención que la infidelidad relacionada con internet, quizás porque agrega el tema de la protección de los niños y quizás porque nadie quiere asumir el riesgo que implica que los "asuntos propios en la red" queden en evidencia.

Como la infidelidad, nuestro conusmo de pornografía on-line se relaciona con su inmediata disponibilidad. Cuando nos conectamos, nos zambullimos en una gama abrumadora de contenidos explícitos, y podemos saltar de la foto de una pin-up a un video de sexo grupal con la velocidad de un solo click (de la mismo modo que saltamos de un chat a un foro o a un weblog). De esa manera veloz vemos nuestros propios deseos reflejados en el monitor, algunas veces en formas extremas y hasta incómodas.

Y no nos contentamos solo con ver. Las mujeres, no solo coleccionan su propio porno sino que además participan en su creación, convirtiéndose en estrellas de comunidades de web-cams. Ahora las mujeres pueden trabajar on-line desde sus casas, con horarios flexibles, haciendo dinero extra y afirmando su atracción sexual por cientos de admiradores semanales - - inclusive si usted es una treintona o cuarentona gorda; lo que aparentemente es mucho mas grave que si usted fuera una chica flaca de 22 años.

Como se encuadra esta tendencia en el imaginario social que determina que éste tipo de exhibiciones sexuales degrada a las mujeres, sin considerar que a los hombres les encanta mirar y que a las mujeres les encanta ser miradas? Como podemos reconciliar una guerra política contra la pornografía con el interés no solo de mirar material explícito, sin también de crearlo y compartirlo?

No me parece razonable demonizar la internet como si ella fuera la responsable de nuestra conducta sexual "no convencional". Es fácil acusar y responsabilizar a las nuevas tecnologías (telégrafos, teléfonos y/o telecomunicaciones), que admitir que hemos sido engañados por nuestras parejas o que hemos sido seducidos por imágenes que en otra época hubiéramos considerado tabú. Yo creo que "por culpa" de internet hemos perdido nuestra inocencia. O más exactamente, nuestra hipocresía.

Quizás hoy estoy con un humor un poco caprichoso, pero pienso que algo tiene que cambiar profundamente, para acercar los standards culturales con nuestra conducta actual. Y ese cambio, que yo creo que ya está sucediendo lenta pero inexorablemente, espanta a los religiosos y a los conservadores. Ese cambio pone en evidencia que hay muchas posibilidades alrededor del amor y del sexo, que no encajan en el limitado modelo cultural tradicional.

Fuente: The Internet Makes Us Naked [Wired News].

wincofon
social media / contacto: http://twitter.com/wincofon - wincofon [at] gmail.com / blogger profile

find me

media

the guardian / nyt / boing boing / gawker / tmz / sf cronicle / newser
lnol / critica digital / infobae / ambitoweb / reporter / primicias ya / reuters arg.

Archivo

This website and all pertaining work is licensed under Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs2.5 License
Blog editado por Enrique Adrián Cadaveira